Los menhires de las palabras gaélicas men (piedra) e hir (larga) son uno de los elementos que nos ha dejado el megalitismo prehistórico, junto a los dólmenes y los túmulos. Al contrario de estos últimos, su función es desconocida, aunque la lógica y su ubicación habitualmente en lugares prominentes o visibles desde la distancia hace pensar que servían como guías o señales. Un indicio de ello es que habitualmente, al menos en Euskalherria, suelen ubicarse junto a los dólmenes y túmulos.

No hay coincidencia entre los investigadores sobre su antigüedad. Existe el consenso de que son las primeras estructuras arqueológicas de occidente, que los primeros se erigieron en Egipto y que su época de apogeo en Europa discurrió entre finales del Neolítico (hace 6.000 años) y la Edad de Bronce (hace 4.000 años).Prácticamente todo el País Vasco y Navarra están salpicados de menhires. Hay catalogados una veintena y muchos más están pendientes de investigación para confirmar su origen megalítico. Lo que no es tan habitual es que en apenas nueve kilómetros se acumulen nada menos que siete. Yeso es exactamente lo que ocurre en el macizo de Gorbeia. Más concretamente en el entorno de los Montes de Arnó, entre los valles de Orozko y Baranbio. Solo uno figura en la estación megalítica de Gorbeia, calificada en 2009 como Bien Cultural y formada por 14 dólmenes, 6 túmulos y el menhir de Kurtzegan, el más grande de Euskadi con sus casi 6 metros y erigido en 2013. Los otros seis han sido descubiertos con posterioridad o están pendientes de investigar. Cuatro están en pie (Kurtzegan, Egilleor, Pagozarreta y Arlobi) y tres, tumbados (Abaroa, Larraluze y Usengatzu). Hay un octavo Zastegi, muy popular porque se encuentra, cerca de Egiriñao, junto a la senda al Gorbeia, pero hay dudas de su condición megalítica.Esta proximidad entre ellos permite conocerlos todos en una sola excursión, de la que hemos dejado fuera el de Abaroa por ser el más alejado e inaccesible del grupo. Partimos del barrio de Sendegi, donde seguimos las marcas rojas y blancas del GR-123 (Bizkaiko Bira) hasta el collado de Urizar. Aquí cogemos ya el cordal de los Montes de Arnó (izd.) para descubrir en la primera loma el menhir de Larraluze (0h.45), tumbado pero sobresaliendo del suelo, y, más adelante, el coloso de Kurtzegan. Cogemos ahora la pista, que bordea el Kolometa y el Beluzaran. La abandonamos cuando gira al sur para evitar el Egilleor y remontamos hasta su cumbre, de la que bajamos por la ladera sur un centenar de metros hasta su menhir (1h.45). Descendemos hasta la pista que hemos abandonado antes y seguimos hasta la famosa Araneko Harria, junto a unos corrales. Seguimos hacia el Este (izd.) campo a través cerca de la muga entre Bizkaia y Álava, atravesando una vaguada, hasta una loma, donde está el menhir de Usengatzu, tumbado (2h.15), a una veintena de metros de un mugarri. Desde aquí se ve el menhir de Pagozarreta (2h.30), levantado hace un lustro, en territorio alavés.Bajamos a la pista que viene de Araneko Harria y seguimos (izd.) hacia Arlobi, donde la unión de los arroyos Arralde y Padrobaso dar lugar al río Baias. Cruzamos el cauce y remontamos (izd.) el camino que asciende hacia Usotegieta. No tardamos en llegar al menhir de Arlobi. Seguimos hacia el Usotegieta. Más arriba, la pista lo bordea, aunque si decidimos coronarlo tendremos la recompensa de ver, junto a la cima, los restos de lo que podría ser otro menhir, roto en tres pedazos.Para retornar a Sendegi bajamos a la majada de Austigarmin y seguimos la pista hacia Orozko. Más abajo, tras pasar unos corrales, una fuente a la izquierda del camino es la referencia para seguir un sendero cercano que atraviesa bajo el Egilleor y acaba por desembocar en el collado entre esta cima y el Beluzaran. Desde allí, retornamos a Sendegi por la ruta de subida.