Urbasa es uno de los grandes macizos de Euskalherria. Este altiplano calizo se extiende 200 kilómetros cuadrados a casi mil metros de media sobre el nivel del mar en el extremo occidental de Navarra, entre los valles de Sakana (norte) y Améscoas (sur). Está ocupado por extensos hayedos salpicados de rasos donde pasta el ganado. Un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza en cualquiera de sus versiones.

Las posibilidades aquí para los mendigoizales son casi infinitas. Hoy nos centraremos en el extremo nororiental de la sierra. Aprovecharemos ancestrales pasos en los cantiles que caen sobre los valles de Burunda y Ergoiena, en la Sakana, para ascender a la planicie y recorreremos el cresterío disfrutando de las vistas para ascender a las dos principales cimas de este sector del macizo: Maiza y San Adrián.

Son varios los pueblos que se asientan a los pies de Urbasa en esta comarca y desde los que se puede iniciar la caminata. Elegimos Etxarri Aranatz, donde tomamos como referencia para iniciar la marcha el centro de salud, donde hay sitio para aparcar. Salimos a la antigua carretera general y enfilamos por ella dirección Alsasua.

Después de dejar atrás las últimas casas del pueblo, a la altura de la señal del p.k. 22, hay que seguir un desvío (izda.) por una pista asfaltada que pasa bajo la autovía y se dirige hacia la sierra. Obviando desvíos a izquierda y derecha, el camino discurre por la parcelaria, va dejando atrás explotaciones ganaderas y pasa junto a la ermita de La Concepción antes de adentrarse en el bosque, donde llegamos a una bifurcación junto a un viejo depósito de aguas (0h.30’).

Por el camino de la izquierda, empezamos por fin a ganar altura. Remontamos una loma, atravesamos una alambrada y seguimos subiendo pegados a ella, hasta confluir con otro camino que remonta desde nuestra derecha. Es la antigua calzada romana que unía Bakaiku con Zumbelz. Disfrutamos de su belleza –y las vistas que permiten algunos claros del hayedo– camino del altiplano, al que accedemos por el portillo de Etxarri (1h.20’).

Hacia la derecha (O), solo queda seguir por el borde de los cortados hacia el Maiza, también conocido como Baiza. Antes de llegar a esta cima pasamos por la loma de Iruelorrieta, donde existe la vieja tradición del ‘mayo de Etxebarri’, un tronco de haya que se coloca el 1 de mayo y se tala a finales de mes y según la leyenda protege las cosechas del valle.

Tras disfrutar de las vista desde el Maiza (2h.00’) volvemos sobre nuestros pasos, dejamos atrás el portillo de Etxarri y seguimos junto al cesterío hacia la visible ermita de San Adrián. Pasamos junto a la compuerta que da acceso al portillo de Asta, por el que se baja a Lizarraga, y remontamos hasta la ermita (2h.45’) y sus vistas, en las que destaca el cercano Beriain.

Para volver al valle, seguimos las trochas que recorren la cresta por el lapiaz, que a partir de aquí ofrece un aspecto amenazante por el perfil dentellado de las peñas de Ollide. Precisamente, a los pies de la primera y más empinada de ellas encontramos la brecha de Ollide (2h.55’), un verdadero hachazo en la roca que abre un paso hacia el abismo. La senda, más impresionable que dificil, desciende hacia el valle y dibuja un par de amplias revueltas antes de desembocar en el camino que viene del portillo de Asta. Seguimos por él hasta una zona despejada llamada Urteta.

Un desvío a la derecha lleva a Lizarraga, pero nosotros seguimos de frente, hasta un desvio (dcha.) por el que salimos del bosque. Nada más desembocar en la parcelaria, giramos (izd.) hasta la ermita de San Martín (3h.45’). Olvidamos aquí la pista para bajar (dcha.) campo a través. Cruzamos una primera pista y seguimos por la siguiente que, hacia la izquierda y por la parcelaria, nos devuelve a Etxarri Aranatz (4h.45’).