A veces, la vista de pájaro que ofrece la ascensión a cotas principales nos permite descubrir modestas montañas o cordales que de otra forma pasarían desapercibidos. Son objetivos menores que dejamos para un mal fin de semana o cuando la meteo desaconseja planes más ambiciosos. O son cumbres a ascender, como dijo el recordado George Mallory, simplemente «porque están ahí».

El objetivo de esta semana entran dentro de esta categoría. Se trata del modesto cordal -tiene poco más de un kilómetro de longitud- que se alza en el extremo suroccidental del macizo de Ganekogorta, a la sombra del Gallarraga, cuyo perfil es omnipresente en toda la excursión, aunque solo sea difuminado a través de los pinos que ocupan el cordal.

El alineamiento se eleva casi seiscientos metros sobre la vértical de Sodupe, la principal población que se asienta a sus pies. Un desnivel suficiente para afrontar una excursión de entidad que sin embargo queda desvirtuada por la pista asfaltada que sube hasta Urtiaga. Señalamos como punto de inicio de la excursión la citada Sodupe, concretamente la iglesia de San Vicente Martir. Cruzamos el río Herrías, que apenas 200 metros más abajo desemboca en el Kadagua, y, pegados a él, nos dirigimos hasta el barrio Elubarri, que atravesamos por su empinada calle central.

La pista asfaltada deja atrás el núcleo urbano y sigue ganando altura entre prados, huertas y caseríos aislados. En uno de ellos, junto a un poste de alta tensión, tenemos que estar atentos para seguir por la izquierda en la bifurcación que hay justo delante. Esta carretera nos lleva ya sin pérdida hasta el barrio Urtiaga (0h.45’), donde confluimos con el GR-123 (Bizkaiko Bira), que viene de Azkarai (Gordexola).

A la altura de su última casa, cuando la pista (ahora cementada) comienza a descender, tomamos (dch) un camino protegido por una rudimentaria puerta realizada con los restos de un somier (encontraremos otra más adelante). El vial, propenso a embarrarse por en continuo tránsito de ganado vacuno, lleva a un pequeño collado. Atravesamos otra compuerta y remontamos por el camino de la izquierda, que en amplios zigzag se aproxima al cordal cimero. Es el momento de disfrutar de las vistas, proque una vez arriba, los pinos las impedirán enseguida.

Tras la última curva, y con la cresta a apenas una decena de metros sobre nuestras cabezas, dejamos el camino y remotamos por una trocha hasta él. Un sendero la recorre hasta llevarnos a la alambrada que delimita el prado que ocupa la ladera meridional del Lizaso, la primera cota del alineamiento, que pasa desapercibida al no estar señalada en el recorrido por la parte superior de la campa. Termina al borde de un pinar por el que seguimos por un camino que lo recorre pegado al cordal.

Más adelante, el camino se convierte en sendero y recorre la divisoria. Primero nos encontraremos con el vértice geodésico del Kamarika (1h.30’) y luego con el hito coronado por un palo que señala el Miñaur (1h.40’). Siguiendo la divisoria, bajamos al collado Kamarika, donde desembocamos en un pista. Esta dibuja un amplio zigzag ante de enfilar, por la izquierda en un bifurcación, hasta el buzón del Pagoeta (2h.05’), también llamado Zalduegi en numerosos mapas. Como en las cotas anteriores, los pinos impiden las vistas.

Iniciamos ya el descenso. Continuamos por el sendero, que desemboca en un pista. Por la izquierda llegamos al collado Landeta, amplio nudo de caminos montañeros y donde confluimos de nuevo con el GR-123. Esta vez sí lo seguimos (izd). Nos devuelve a Urtiaga tras pasar junto a un caserío abandonado, badear el arroyo Miñaur y dejar atras el caserío Sagarminaga. Una vez en Urtiaga (2h.55’), solo queda volver por la carretera de subida a Sodupe (3h.30’).