Esta vez toca ir casi a ciegas, ayudado solo por el leve haz de un frontal. Así es como te adentrarás en la cueva de Pozalagua, cavidad vizcaína que fue descubierta por pura casualidad en el flanco sur del anticlinal de Karrantza, en las Peñas de Ranero. Corrían los años 50 del pasado siglo. Por entonces legiones de mineros arañaban una cantera del monte que regalaba dolomita (mineral compuesto de carbonato de calcio y magnesio) al mundo. Los trabajos avanzaban a base de voladuras de dinamita que rasgaban la montaña. Hasta que un buen día, el 28 de diciembre de 1957, la explosión abrió un tajo, un agujero en la pared, convertido hoy en la puerta de acceso a la cueva, situada a 500 metros de altura sobre el nivel del mar.Para recordar ese momento se ofrece al público la visita 'Pozalagua Flashback', que huye de convencionalismos. Dentro aguarda una gran sala de 125 por 70 metros, con altura máxima de 17 y desnivel de seis. Recorriendo el lugar a oscuras, el visitante puede sentir lo que experimentaron aquellos hombres que accedían a tientas hasta su hallazgo, con cierto temor ante lo que podrían encontrar pero empujados por una fuerza que invita al avance, la de la curiosidad. La idea es retroceder hasta el momento en que pasos vacilantes conquistaban la cavidad. Con el foco alumbrado solo una pequeña parte de la superficie. Arrancar la marcha tras la antigua explosión simulada.
Ambiente monacal
Cada cual observará por su cuenta, vigilado de cerca por el guía para garantizar la seguridad. Tanto niños como adultos. En ambiente casi monacal escuchará el silencio quebrado solo por el goteo del agua, ese ritmo incansable recuerdo de que la cueva sigue viva. Con su pequeña luz individual el turista podrá acercarse a las caprichosas formaciones creadas por la naturaleza a lo largo de los siglos. Descubrirá en estalactitas y estalagmitas formas llenas de fantasía, sombras que parecen bailar, imposibles de distinguir en la visita convencional.