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Viento, salitre, monte, olas y gaviotas hacen a La Vía Verde de Itsaslur el mejor paseo marítimo del Cantábrico. El más visitado, tanto que algunos fines de semana se convierte en una procesión, y el mejor conservado. Espectacular con sol o tempestad, sigue el trazado del tren minero que unía las explotaciones de hierro de la mina Amalia Vizcaína, en El Kobaron, con el cargadero de mineral de la Punta del Castillo Viejo, en Pobeña. El paseo por los acantilados de la costa vizcaína no termina en El Kobaron sino que se continúa por el Paseo del Piquillo hasta la ensenada de Ontón, ya en Cantabria.Ideal para una mañana en familia, con mascota, mochila y ganas de disfrutar de la naturaleza. El paseo comienza en Pobeña (Muskiz) antiguo puerto con buenas casas solariegas, un puerto encenagado y muchos y buenos restaurantes. También hay un albergue de peregrinos. En uno de estos palacios nació el padre de Francisco de la Bodega y Quadra (Lima, 1744) descubridor de la Costa Oeste de Estados Unidos, que en su navegación llegó hasta la isla de Vancouver, en Canadá. El escritor y marino Antonio de Menchaca, descendiente de aquellos Quadra del siglo XVIII contaba que había llegado a Perú después de que su progenitor se casara en segundas nupcias y que la madrastra echara del palacio familiar de Pobeña a los dos hijos del primer matrimonio.La única dificultad del paseo se halla en la salida. Al final del aparcamiento, el letrero de Itsas-lur y del Camino de Santiago conduce a un exigente tramo de escalones encajonados (más de cien). Arriba, el camino llanea con la bahía de La Arena a la derecha. Y empieza a soplar el viento. El cargadero de mineral de El Castillo estaba a la derecha. Quedan la base y las tolvas. El voladizo de carga estuvo en servicio hasta 1963, pero se lo llevaron las olas de la ciclogénesis del 11 de marzo de 2000. Perteneció a la compañía minera de José McLennan, el hijo de un escocés de Inverness que se convirtió en uno de los mayores empresarios mineros de España. La marcha sigue y a la derecha, en el extremo de un amplio prado, hay un búnker de la Guerra Civil, que puede servir de cobijo. De vuelta al camino, con la ladera de Campomar a la izquierda, nos toparemos con bancos, fuentes y paneles informativos.

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