Cuando se habla de la sierra de Aizkorri, los mendigoizales visualizan cumbres escarpadas cubiertas de afiladas rocas que rasgan el horizonte a 1.500 metros de altitud e imponentes farallones que caen casi mil metros en vertical hasta remotos valles guipuzcoanos. Sin embargo, existe otro Aizkorri mucho más amable, apto para montañeros poco amigos de la roca o para cuando la meteorología desaconseja aventurarse en terrenos más hostiles. Se trata del cordal del Arranoaitz, que se desgaja hacia el norte del macizo principal, llega hasta Zumarraga y separa las cuencas de los ríos Oria (E) y Urola (O). Es un alineamiento modesto, que no llega a los 900 metros de altitud, en el que se suceden casi una decena de cimas alomadas y herbosas donde los bosques autóctonos pugnan por no perder terreno ante las especies de repoblación. Recorrer este cordal en su primer sector, que muere en el alto de Aztiria, es el objetivo de hoy. El punto de partida es Brinkola, una encantadora barriada poblada de molinos y ferrerías perteneciente a Legazpi aunque la estación de adjudique a Oñati.

Partimos del apeadero, el mejor sitio para dejar el coche. Bajamos por el viaducto hasta la iglesia y seguimos (izd.) hasta el caserío Olazar, donde continuamos hacia Guriditegi, siguiendo las marcas blancas y amarillas del PR-GI.2007, referencia obligada hasta el collado Intzuzaeta. La carretera deja atrás Guriditegi, se pega a las vías un rato y tras el caserío Brinkolazar (0h.30) deja atrás el cemento. El camino transita sin alejarse del río, que cruza un par de veces, hasta que por fin gana altura de verdad por un pinar y llega al collado Intzuzaeta (1h.10). Iniciamos ya el cumbreo. La primera cima es Oazurtza. Seguimos la pista principal (izd.), hasta una cercana trifurcación. Subimos por el camino del medio. Justo antes de que empiece a bajar, hay que coger una senda herbosa que lleva a la cima (1h.30). Del buzón no queda ni rastro y la placa está semitapada por el musgo. Volvemos al camino principal para descender hasta el collado Ormakio y su cruce de pista. Aquí seguimos de frente la senda que sube por el pinar y más arriba desemboca en terreno despejado. A la ioma del Elortxiki (1h.45) se puede llegar directamente campa a través o dando un pequeño rodeo por el coqueto refugio de su vertiente este. Las siguientes cimas están también despejadas y no hay más que seguir la divisoria para ir saltando de una a otra. La primera es el Arranoaitz (2h.00, la principal cota de este eje, a la que le siguen, tras pasar por el gran túmulo de Hirumugarieta, Arripilleta y Oamendi, con el buzón enmedio de un dolmen (2h.25). De allí bajamos al collado Elustizain, donde seguimos la amplia pista que bordea el monte del mismo nombre. Lleva al collado Larrosain. Seguimos de frente una pista que no tardaremos en dejar, junto a un puesto de caza, para dirigirnos al Otañu, como se indica en un árbol. Los tatxamontes irreductibles pueden subir aquí al Kortaburu y el resto bordearlo por la pista que lleva al collado Salobieta (3h.10) y rodea el Otañu hasta el desvío (izd.) que permite ascenderlo (3h.30) y bajar por la vertiente contraria al collado Zarabain. Rodeamos la borda que lo preside y descendemos por la pista que baja con fuerza. Llegamos a un collado con casa y huertas y bajamos por la pista de cemento (izd.) hasta un caserío. Transitamos por el GR-120 (Ruta de los Tres Templos), por un camino carretil que desemboca en una pista asfaltada junto a un caserío. Bzajamos por ella y en la primera bifurcación (izd.) continuamos hacia los caseríos Ariztigoiko y Agirrezabal, aunque en un alto dejamos el asfalto para seguir una pista forestal (dch.) que desciende. Poco después de una calera cogemos un desvío (izd.) y otro más un poco más abajo. Descendemos ya sin pérdida al caserío Kortagarakoa. Cruzamos bajo las vías y llegamos a la carretera, por la que retornamos a Brinkola (4h.45).