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El otero de Treviño

El Cerro (901 m.), La Culebra (885 m.) y La Cogolla (874 m.)

Cerro es una modesta cumbre que se eleva al sur de la capital del Condado pero con vistas a todo este territorio burgalés encajado en Álava

Viernes, 29 de Noviembre de 2019

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Treviño es un enclave burgalés de 260 kilómetros cuadrados que se extiende en el corazón mismo de Álava. Su fundación oficial se remonta a 1161, cuando el rey de Navarra Sancho VI El Sabio otorgó el título de villa a la pequeña comunidad surgida en torno a un primitivo monasterio llamado San Fausto y floreciente al encontrarse en un cruce de caminos durante la Edad Media, el principal de ellos la ruta del Vino y el Pescado, un camino real que comunicaba el valle del Ebro con la costa cantábrica.
La pertenencia a Castilla de este territorio históricamente reclamado por Álava data del año 1200, tras la victoria que el rey castellano Alfonso VIII obtuvo en la guerra que mantuvo contra el rey navarro durante la Conquista de Navarra. El armisticio firmado entre ambos reyes intercambiaba Portilla y Treviño, por Inzura (en Amezkoa) y Miranda. Mientras que el título de condado lo tiene desde 1453, cuando el rey Juan II de Castilla concedió el título de Conde de Treviño a Diego Gómez Manrique, biznieto de Pedro Manrique, señor de Treviño desde 1366, como pago por los servicios prestados al rey Enrique II.
Orográficamente, el condado está delimitado por los Montes de Vitoria al norte y las sierra de Portilla y Jauden al sur. Con una altitud media de casi 600 metros, el territorio está salpicado de pequeñas lomas a modo de oteros con vistas a todo el condado. El más destacado de ellos es Cerro, punto culminante de un modesto cordal que se extiende al sur de Treviño durante poco más de dos kilómetros acompañando al río Ayuda camino de su desembocadura en el Ebro.
Su proximidad a la capital del condado y la pista que lleva hasta su cima, coronada por una torre de vigilancia forestal, lo convierten en un objetivo cómodo y accesible cuando la meteo no acompaña. La ascensión no ofrece secretos. Cruzamos el río Ayuda y en el barrio La Arena cogemos una pista (dch.) que remonta entre prados. No tardamos en llegar a una trifurcación (0h.10’). Seguimos por el camino del centro, que sigue subiendo dejando el barrando Basarana a la izquierda. El camino llega al cordal y, por la izquierda, alcanza la alomada cima, con vértice, buzón y el citado puesto de vigilancia (0h.55’).

HITOS

  • El Cerro: 901 m. (UTM:30T 520609.12 E, 4728632.94 N)

  • La Culebra: 885 m. (UTM:30T 519336.00 E, 4728130.00 N)

  • La Cogolla: 874 m. (UTM:30T 518565.00 E, 4727907.00 N)

  • Cómo llegar: AP-68 hasta la salida de Pobes. A-2622 hasta Langraiz Oka. A-1 hasta La Puebla de Arganzón. CL-127 hasta Treviño. Desde Vitoria, A-1 hasta La Puebla y mismo itinerario.

  • Cartografía: MTN 138-III (Treviño), 1:25.000, del IGN.

  • Horario: 1h.55’ (0h.55’ de ascensión).
  • Distancia: 7.0 km.
  • Desnivel positivo: 470 m.
  • Severidad del medio: 2
  • Dificultad orientación: 2
  • Dificultad del terreno: 2
  • Esfuerzo necesario: 2
  • Tipo recorrido: Circular
Para volver a Treviño seguimos el cordal (NE), que en su vertiente oriental pierde altura vertiginosamente hacia el valle. Cuando la pendiente se modera, el cortafuegos enlaza con un camino que da un gran rodeo hasta encontrar una bifurcación (1h.15’). A su izquierda hay una parcela de cultivo que hay que rodear hasta coger un camino por el que desembocamos en la pista que une Dordóniz con Treviño. Si se nos pasa este atajo tampoco es mayor problema. En la bifurcación solo hay que seguir la pista de la izquierda , que lleva a Dordóniz.
Ya en dirección a Treviño, deberemos tomar el primer desvío que veamos a la izquierda (si no lo hacemos, acabaremos en la carretera. Es un camino que primero discurre entre parcelas de cultivo y luego se encajona en la vaguada de Lutxarto, por la que volvemos al barrio La Laguna (1h.55’).
Una vez en Treviño, no podemos dejar pasar la oportunidad de ascender la loma que protege el pueblo de los vientos del norte y le caracteriza. Es el Cerro del Castillo (688 m) y, como su nombre indica, en su cima hubo una fortificación, totalmente destruida en las guerras caslistas. El único vestigio que queda hoy en día es un pequeño muro cerca del cementerio, en la ruta hacia la cima. La cumbre ha perdido todo su antiguo encanto ya que está ocupada por antenas y repetidores. Pese a ello, la visita merece la penas. Son apenas quince minutos de ascensión partiendo de la iglesia de San Pedro (s. XIII). Una pista ce cemento lleva el cementerio y desde allí, un camino sube a la cima.

 

 

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