El Zaldiaran es el monte por excelencia de los vitorianos. Un emblema en el que celebrar el comienzo del año, preparar el próximo desafío o buscar la tranquilidad y el asueto en los senderos que recorren sus bellos hayedos. Su vertiente norte, la que da a la capital alavesa, no tiene secretos para cualquier mendigoizale gasteiztarra que se precie. Pero la montaña cuenta con un lado escondido, su vertiente sur, territorio burgalés de Treviño, bastante menos frecuentada pero también interesante.

Hoy descubriremos las laderas meridionales del Zaldiaran, cubiertas de un variado bosque en el que predominan la encina en las cotas bajas y el haya en las más altas. Un trazado en el que aprovecharemos para recorrer el cordal hasta el San Miguel,última cota de los Montes de Vitoria en su extremo occidental, antes de volver a Zurbitu, coqueta aldea de treviñesa con apenas media docena de hospitalarios habitantes donde empieza y acaba la excursión.

Así se describía Pascual Madoz a Zurbitu en el ‘Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España’ a mediados del XIX: «Situada en terreno montuoso; su clima es frío, pero sano. Tiene 6 casas; escuela de primeras letras a que asisten niños de ambos sexos; iglesia parroquial (la Asunción de Nuestra Señora) servida por un cura y varias fuentes de medianas aguas. Los caminos son locales, e intransitables en el invierno. Producciones: granos, legumbres, lino, frutas, patatas y pastos; cría ganado vacuno, lanar y cabrío, y recría mulas y machos. Comercio: se extrae el trigo sobrante, y se importa aceite, vino, bacalao y otros artículos que faltan. Población: 5 vecinos, 19 almas». Siglo y medio después, y salvo la escuela, el tiempo no parece haber pasado.

Con la iglesia del pueblo como referencia, descendemos por su callejas hasta dejar atrás las últimas casas y adentrarnos en un camino carretil que enfila hacia la sierra. Pronto entramos en el Monte de Utilidad Pública ‘Zurbitu’. Tras cruzar un arroyo obviamos un desvío (izd), por el que luego retornaremos. Descartamos un par de desvíos más antes de salir a una pista más amplia (0h.45’), que cruzamos para seguir el vial herboso que se abre justo enfrente. Llaneamos por él un rato antes de desembocar en un cortafuegos con el Zaldiaran a la vista. Remontamos la pendiente y afrontamos un descenso aún más empinado siempre por el cortafuegos (no seguir la pista que gira hacia la izquierda).

Una vez abajo (1h.00’), buscamos (dch) una senda que entra en el bosque y enlaza con un camino que lleva a un bonito paraje en medio del hayedo, junto a un arroyo con un puente que invita a cruzarlo (1h.10’). Lo hacemos para tomar un sendero que enfila ya hacia el Zaldiaran sin descanso, salvo un pequeño rellano en el que, cuando el camino comienza a descender, hay que seguir un desvío (izd) para afrontar las pendientes finales hasta la humanizada cima del Zaldiaran (1h.45’).

Iniciamos aquí la travesía de la divisoria hacia el oeste. Desde la cima bajamos al camino principal que la recorre, donde nos recibe un poste del GR-282 (Senda del Pastoreo), cuyas balizas nos servirán de guía en todo este tramo por el cordal. De todas formas, el camino no tiene pérdida. Nos lleva primero al Bustuko Gana o Busto (2h.25’) y luego se dirige por la pista de las antenas al San Miguel, aunque es más divertido seguir la senda que discurre junto a los cortados.

Coronada la última cota (2h.50’), bajamos al collado San Miguel y justo a la altura del poste del GR abandonamos el cordal para descender hacia el valle (izd) por un evidente camino ancho. Siempre la via principal y tras un largo descenso salimos a una amplia pista (3h.20’). La seguimos por la izquierda, aunque solo un centenar de metros, ya que tomaremos el primer desvío que encontramos (dch). Por él enlazamos con la ruta de subida para retornar a Zurbitu (3h.45’).