Entre los puertos de Otzaurte y Etxegarate, sobre los frondosos bosques que cubren estos confines de Gipuzkoa, se eleva un imponente peñasco de doble joroba. Es el Gazteluberri. Pertenece a la sierra de Altzania y aunque el nombre parece indicarlo, no hay constancia de que acogiera un castillo. De lo que sí hay registros históricos es de que el cercano barranco de Ojaola fue antaño refugio de bandidos y asaltantes de caminos, hasta que los baserritarras de la comarca se hartaron de su presencia y los expulsaron por la fuerza de las armas.
Las dos cumbres que lo caracterizan tienen personalidad propia. La cima norte se llama Naparaitze y mide media docena de metros menos que la principal -Ojaolaitze-, situada más al sur y presidida por un viejo puesto de vigilancia forestal en estado ruinoso. En el collado que separa los dos peñascos hay una antena, referencia para la ascensión ya que desde ella parte la subida final.
La cercanía de Otzaurte y Etxegarate habilita a ambos puertos de montaña como punto de inicio de la excursión. La proximidad de Otzaurte la convierte en poco más que un paseo, así que elegimos el ruidoso Etxegarate. Ello nos permitirá, además, visitar el modesto Naizpe, más que una montaña, una sucesión de lomas herbosas de agradable caminar sobre la A-1.
Aparcamos junto al restaurante de Etxegarate y enfilamos, a la derecha, por un amplio camino forestal que en su comienzo tiene un panel informativo sobre los distintos senderos balizados que aquí confluyen. La pista deja atrás, a la izquierda, el amplio aparcamiento para camiones de la gasolinera y se adentra en el bosque, lo que amortigua por fin el ruido de la A-1. Superamos un portón y ganamos suavemente altura por la vertiente septentrional del Naizpe.
HITOS
Gaztelu-Berri: 862 m. (UTM:30T 562150.67 E, 4754047.28 N)
El agradable camino, entre pinos y frondosas, desciende más adelante hasta desembocar en un pequeño collado, en terreno abierto y junto a un poste de la línea de alta tensión. Seguimos ahora un sendero que, en fuerte pendiente al principio nos deposita en una amplia pista en el collado de Nagirizpe (0h30’).
Llaneamos hacia la izquierda desechando al poco un desvío que sube hacia el collado de Gorostieta. El vial, que llega hasta Otzaurte, nos sumerge en la vaguada de Ojaola, donde la frondosidad de sus bosques hace comprender que fuera en otros tiempos refugio de forajidos y malhechores.
Tras poco más de diez minutos de agradable paseo, es el momento de dejar el camino principal para tomar (izd) un camino que sube por el bosque. En un terreno propenso a embarrarse, ganamos altura en zigzag hasta situarnos en la base de la primera de las peñas que custodian la cima principal. Una trocha remonta por ella buscando el terreno más accesible hasta rodearla por la izquierda y plantarnos ante la peña cimera, innacesible sin material de escalada desde aquí. Por la derecha, accedemos a la antena, desde la que nos aupamos a la roca para alcanzar la aérea cumbre (1h15’).
Tras disfrutar de las vistas volvemos al collado de la antena y desandamos el camino de subida rodeando esta vez la peña cimera totalmente hasta ubicarnos en su vertiente norte. Bajamos por el hayedo hasta enlazar con un camino carretil alfombrado de hojarasca que desciende hasta el collado Abeta, en el que confluyen tres viales.
Por el del centro, seguimos el camino que acaba por seguir la línea de alta tensión hasta una curva. Desde ella nos aupamos a las lomas herbosas del Naizpe. En la primera encontramos el destrozado vértice geodésico (1h45’), aunque el punto culminante se encuentra en la siguiente (sin buzón), tras cruzar un pequeño pinar. Unos metros más allá, un hueco en el murete nos permite continuar por el cordal y descender por él hasta un sendero que, hacia la izquierda, nos lleva hasta el camino de subida, por donde retornamos a Etxegarate (2h10’).