El monte Llusa (395 m.) se eleva sobre una hoya kárstica cubierta por un intrincado encinar cantábrico, en el extremo de un pequeño macizo calizo enclavado en la Trasmiera, entre los municipios cántabros de Entrambasaguas, Solórzano, Hazas de Cesto y Ribamontán del Monte. Es el punto más elevado de un grupo de cimas que superan los 300 metros de altitud. Las laderas que dan al valle están en la actualidad cubiertas de eucaliptos.

Es un espigón calizo, modesto en altura pero de acceso largo y complicado. Los viejos caminos han desaparecido y una espesura de encinas, madroños, acebos y rosales dificulta el avance, salvo por una trocha de ganado difícil de localizar. Además, el tramo final exige una trepada no exenta de dificultad. Desde su vértice geodésico hay una excelente panorámica de La Marina.

La subida más cómoda es la que comienza en la explanada de la ermita de Balaguer, que se alcanza desde Solórzano (75 m.) por la carretera que sube a Garzón. Del mismo alto (237 m.) sale una pista (derecha) que lleva hasta una vaquería, la única de los contornos. Superamos una barrera y caminamos cuesta arriba flanqueados por alambradas. Llegamos a un primer alto (0h.15") y tras pasar un nuevo cierre, penetramos en el eucaliptal.

Seguimos ahora una pista ancha y embarrada que llanea por el bosque y conduce hasta un amplio rellano (0h.30"/339 m.). Allí inicia un descenso. La abandonamos para seguir cualquiera de los senderos ascendentes hasta Moncubo (0h.40"/384 m.). La cima está despejada, sin buzón. Ocupa el centro de un amplio pastizal limitado por pinos y eucaliptos en sus extremos. Frente a nosotros se abre una amplia dolina recubierta de árboles y sobre ella destaca la cumbre de Llusa (395 m.), de aspecto poco accesible en la que destaca el vértice.

Bajamos por el prado (NO, izquierda), hasta el borde de una pequeña hoya (0h.55". 317 m). Hay unos pocos pinos. Estamos en el punto clave (X.449596 Y.4805009). El muro que forman los matorrales parece infranqueable. Si nos fijamos atentamente, vemos un rastro de ganado que se interna en el follaje. Es el inicio del sendero que nos encaminará a la cima.

Nos adentramos en la espesura. Los espinos y rosales nos desgarran la ropa. Tras dejar atrás un primer tramo embarrado, el camino, en otros tiempos estuvo pateado, discurre bajo un dosel de encinas y madroños casi hasta el fondo de la hoya. Superamos una alambrada y bajo el túnel que forma el bosque llegamos hasta un gran madroño (1h.15"/256 m.). Sobre su tronco aparece una flecha roja que señala (der.) la subida.

El sendero, estrecho y muy pendiente, permite alcanzar con dificultad el collado (1h.30"). Peña Llusa está sobre nosotros. Es un peñón calizo con muros escalonados y cubierto de arbustos. Llegamos hasta el pie de la pared (1h.35"). Allí improvisamos la trepada por el punto que nos parezca menos complicado y peligroso. Ayudándonos de las manos (PD) superamos la pared y alcanzamos el rellano cimero (1h.45"/376 m.). Es pequeño, desarbolado, con un vértice geodésico. Excelentes vistas.

El retorno se alarga debido a que hay que a subir casi hasta a la cima de Moncubo. En 1h.20" volvemos al párking de Balaguer, donde nos espera una fuente, la única en el recorrido (3h.05").