El valle de Itziar se eleva más de doscientos metros sobre un mar Cantábrico que se encuentra a menos de tres kilómetros. Las montañas que lo rodean, aunque con personalidad propia, conforman el extremo septentrional del macizo de Izarraitz. Son fundamentalmente dos alineamientos los que configuran en valle. Por el este se encuentra el que corona el Andutz y al sur, separado por el collado de Txapasta, se eleva la más abrupta cresta del Lizarreta, que a su vez delimita por el norte el valle cerrado de Lastur. Hoy conoceremos ambos cordales en una ruta circular desde Itziar.

Partimos desde el polígono industrial de Itziar. A su entrada, frente al restaurante Xumuxua, parte una pista cementada (SE) que pronto comienza a ganar altura. La silueta del Andutz, nuestro primer objetivo, cierra el horizonte mientras progresamos hasta que, superados los límites del polígono, seguimos el primer desvío (poste de señales).

El cemento se convierte pronto en piedra y tierra para seguir por un camino que se adentra en un bosquete, gira (NE) y sale a terreno abierto para alcanzar el cordal principal en el collado Elusta (0h20’), que separa la cota menor de Txorobillar (480 m), al norte, del Andutz. Hacia el nos dirigimos sorteando por la izquierda los promontorios rocosos que salen al paso. Ya en la incómoda cresta, primero alcanzaremos la cruz, que algunos consideran erroneamente la cima, probablemente por sus mejores vistas a la costa, pero es dos metros más baja que la verdadera, un centenar de metros más allá y señalada por un vértice geodésico y un buzón (0h45’). Tras disfrutar de las vistas seguimos por el cresterío. Bajamos al collado Urrutzu (510 m) y ascendemos al picudo Saltsamendi (1h05’).

Toca ya bajarnos del cordal del Andutz y pasar al de Lizarreta. Seguimos por el cresterío unos metros más para perder altura rápidamente dejándonos caer por la ladera oriental (izd) en busca de un camino rodado. Se adentra en un hayedo, donde gira hacia el sur, rodea la peña Esteiagaña y continúa hacia el arruinado caserío Eztaiaundi. No llegaremos a él. Un centenar de metros antes dejamos el camino para bajar por una campa (dch) que desemboca en otro camino por la que enfilamos hacia el collado Txapasta rodeando el Saltsamendi por el sur.

El camino está balizado con las marcas del PR-GI 44 (vuelta a Deba-Lastur-Itziar) y está algo cerrado en las sendas que enlazan los caminos que vamos saltando. Llega casi hasta la carretera, hacía donde sigue el PR. Aquí ganamos de nuevo metros por un camino en la ladera occidental del Saltsamendi. Pocos después de cruzar una portilla dejamos de subir para coger una senda que baja hasta el collado.

Cruzamos la carretera (2h00’) y continuamos por una pista asfaltada que deja atrás un caserío en ruinas. En el primer desvío subimos hacia el caserío Arakistain, que da nombre a nuestro próximo objetivo, aunque poco después de una curva con un poste electrico dejaremos la pista para remontar ladera arriba por un sendero que zigzaguea hasta llegar a la cresta rocosa.

A partir de aquí nuestra experiencia y sentido de la orientación serán las armas para afrontar el lapiaz, por el que progresamos, tras un primer promontorio, hasta la cima del Arakistagaiña (sin buzón), mirador privilegiado de Lastur y de todo el macizo de Izarraitz. Siguiendo el cresterío,bordeamos otra pico menor antes de remontar hasta el Lizarreta (2h55’), con vistas similares a su hermano menor.

Volvemos ya a Itziar. Una senda se deja caer por la ladera norte y acaba por enlazar con una nueva pista abierta hasta el mismo lapiaz. Por ella bajamos al collado de Artutzan y, rodeando un pequeño promotorio llamado Santikurutz llega al polígono industrial (3h20’). Desde allí nos quedarán dos kilómetros entre pabellones hasta el restaurante Xumuxua (3h50’).

La excursión no puede concluir sin una vista al imponente Santuario de Itziar, que según la leyenda fue levantado en una sola noche por los gentiles. El templo está presidido por la imagen románica de la Virgen de Itziar (s. XII), una de las más bellas de la iconografía vasca y que cuenta con gran devoción entre las gentes de mar.

La estratégica situación de Itziar respecto al mar cantábrico ha sido reconocida desde la prehistoria, como atestiguan los restos de asentamientos del Paleolítico encontrados en la zona. La primera cita sobre Itziar aparece el año 1027, en una carta del Rey Sancho el Grande de Navarra, en 1294 se le otorga la condición de Villa y en el siglo XIV sus moradores reciben permiso del Rey Alfonso XI de Castilla para descender a la costa y fundar la villa de Monreal, actual Deba.