En el extremo noroeste navarro, donde el angosto valle de Leitzaran se ensancha para alternar prados y hayedos, se encuentra la villa de Leitza. Atravesada por la vía verde del Plazaola, su idiosincrasía no se entendería sin las montañas que la rodean, al norte la prolongación navarra de la sierra de Adarra/Mandoegi y al sur por la estribaciones septentrionales de Aralar.

En la excursión de hoy visitaremos el primero de los cordales, con cimas alomadas que rondan los mil metros y permiten una ascensión cómoda entre pastizales y hayedos. Completaremos la excursión con un recorrido circular que nos llevará hasta el bonito paraje de Izkibar y la estación de Plazaola para retornar al punto de origen por su conocida Vía Verde.

Comenzamos la caminata en la antigua estación de tren de Leitza, donde hay aparcamiento. Nos dirigimos al Este (dch.) por la Vía Verde en un bonito paseo entre prados, casas y caseríos de buen porte. No tardamos en pasar junto a un depósito de aguas y cruzar bajo un pequeño puente. Nada más hacerlo, abandonamos la Vía Verde (dch.) por un camino que se dirige al sur, aunque lo dejamos enseguida, en el primer desvío a la izquierda. El camino pasa por encima de un túnel de la vía verde y gana altura con ganas. En la primera bifurcación que encontramos continuamos por la derecha, pasamos junto a otro depósito de aguas y seguimos ganando altura hasta que la pista se desvía (dch.) hacia un caserío. Nosotros seguimos subiendo rectos por un camino encajonado.

Más arriba, en otra bifurcación a la entrada de un pinar (0h.25"), seguimos el víal de la izquierda, aunque en otra un poco más adelante cogeremos el de la derecha, que asciende hasta desembocar en un camino más amplio tras cruzar una rústica compuerta. Aunque tampoco tardaremos mucho en abandonarla para tomar más arriba un desvío (izd., 0h.45") cuando la pista se ensancha con unos corrales a la vista.

Este nuevo camino será el que por fin nos llevará hasta el cordal cimero. Algunos senderos invitan a atajar ladera arriba, pero no merece la pena. El camino original realiza una gran revuelta que permite empezar a disfrutar de las vitas que en la cima se muestran en toda la magnitud.

El camino carretil por el que ascendemos desemboca justo en la divisoria en la pista de servicio de las antenas, que viene del alto de Ezkurra. Es mejor no llegar a ella y enfilar (izd.) por las campas cimeras disfrutando de las vistas con destino a las cercanas antenas. En este trayecto hay que estar atentos para no pasar de largo el buzón cimero, ubicado en una pequeña roca en mitad del prado, un centenar de metros antes del repetidor (1h.15"). Las vistas hacia el sur son espléndidas, con Leitza a nuestros pies y la línea del horizonte marcada por Aralar y sus Malloas.

Para retornar a Leitza seguimos el camino de la línea de cumbres, que se adentra en el hayedo y desemboca en un collado. Enfrente se alza el Biuztain, una modesta cota poblada de monumentos megalíticos que merece la pena visitar. De vuelta al collado, descendemos hacia el suroeste (dch.) por un camino que lleva hasta el collado que separa el Biuztain y el Arramia y luego gira al noreste (dch.) para descender hacia Izkibar. El sendero está perfectamente balizado, así que no ofrece perdida. Más abajo, cuando se convierte en pista, hay que abandonarlo para bajar hasta Ixkibar en un tramo tan señalizado que acaba por molestar a la vista.

Una vez en Izkibar (2h.15"), justo antes de cruzar el puente que lleva al área recreativa, giramos a la izquierda para seguir las balizas del sendero SL-NA 285 (Calzada de los Ladrones), que en un agradable paseo junto al río –y luego por un canal– nos lleva hasta la estación de Plazaola (2h.45"). Allí retomaremos la Vía Verde, que en algunos tramos asfaltados se hace algo tediosa, para retornar por ella a Leitza (3h.45").