El Saibi es una de las montañas más populares del Parque Natural de Urkiola, su accesibilidad y sus vistas la convierten en una cumbre apta para todos los públicos. Su importancia histórica ha sido también puesta en valor como escenario de una de las batallas más cruentas de la guerra civil en Euskadi. En la excursión de hoy vamos a descubrir nuevos elementos en el entorno del Saibi de gran interés natural e histórico y poco conocidos.
La ruta discurre por el entorno del monte Saibi y hace una pequeña incursión en el macizo calizo de Eskuagatx. Este bucle a los pies del Errialtabaso que confluye en el collado de Iturriotz permite darse aquí la vuelta y convertir la caminata en un paseo familiar de poco más de ocho kilómetros y dejar para otro día el tramo más abrupto.
HITOS
Saibi: 954 m. (UTM:30T 527092.10 E, 4771830.48 N) Puntuable para los Cien Montes.
Cómo llegar: N-634 o AP-8 hasta Durango. BI-623 por Mañaria hasta el alto de Urkiola. Desde Vitoria, N-240 hasta Legutio, A/BI-623 hasta el puerto de Urkiola.
Cartografía: MTN 87-II (Elorrio), 1:25.000, del IGN.
La marcha tiene como punto de partida el Parketxe de Urkiola. Desde su parte trasera seguimos la señales del PR-BI 80 hacia Aldazitala. Nada más pasar el caserío Letona Korta, abandonamos el camino principal para subir (izd) en fuerte pendiente hasta la cota secundaria del Saibi Txiki (0h.20’), Es un tramo donde es recomendable llevar GPS ya que se sube bosque a través aprovechando ocasionalmente trochas de ganado. En la cima y su entorno encontramos el primer secreto: las ondulaciones de terreno que vemos, en parte tapadas por la maleza, son las antiguas trincheras de la Guerra Civil.
Dejamos atrás el Saibi Txiki siguiendo la dirección que hemos traído (E). Atravesamos otro tramo del bosque y salimos a una amplia pista. Hacia la derecha, superamos un portón metálico, cruzamos la nueva pista a la que hemos desembocado y continuamos por una senda que enfila hacia el cordal y sube por él entre brezos y espinos. A nuestra derecha queda el hayedo de la cara norte del Saibi, uno de los más grandes del parque. Más arriba salimos a terreno abierto para alcanzar sin más dificultades que la propia pendiente la cima del Saibi (0h.45’).
Tras disfrutar de sus imponentes vistas, descendemos hacia el sur hasta una pequeña loma donde se encuentra el dolmen de Saiputzueta, al otro lado del camino al que desembocamos. De vuelta a este lo seguimos (izd) bordeando el Saibi hasta el cordal, por el que bajamos al collado Iturriotz. Un poco antes de llegar nos dejaremos caer hacia el valle (dch) en busca de la fuente de Iturriotz, algo escondida.
De vuelta a la pista principal subimos una pequeña loma y llegamos a la majada de Akalarra (1h.15’), con una par de bordas y, un poco más allá, la ferrería, que veremos a la vuelta. Seguimos aquí las balizas blancas y amarillas del PR-BI 83 para cruzar un pequeño hayedo y un arroyo que en verano suele secarse. Subimos en fuerte pendiente y bordeamos la vaguada hacia la izquierda (O) junto a una alambrada (izd) mientras la marca de PR queda a la derecha. No tardamos en llegar a los tejos centenarios de Keixa (1h.50’), un lugar perfecto para tomar el hamaiketako a su sombra.
Retornamos ya a Urkiola. Bajamos (S) por una vieja pista entre dos hondonadas. Cuando gira a la derecha seguimos un camino (izd) que nos deja en la prados de Akalarra. A nuestra izquierda, pasada una borda, se encuentran los restos de una de las ferrerías de montaña más antiguas de Bizkaia (2h.15’). Retomamos el camino por el que hemos venido hasta el collado Iturriotz, pero en vez de subir de nuevo al Saibi seguimos un camino que, tras cruzar una pista, lo bordea hasta el bonito hayedo de Dantzaleku (3h.00’).
Continuamos el rodeo del Saibi camino del Parketxe por un camino que cruza plantaciones de coníferas y repoblaciones de bosque autóctono. A mitad de camino nos llamará la atención un pequeño grupo de abedules trasmochos de gran porte, inusuales en esta zona, donde el trasmocheo para elaborar carbón vegetal se solía hacer con las hayas. De vuelta al Parketxe (3h.45’), una visita a su exposición es el final perfecto de la excursión.