En el extremo oriental de las Merindades burgalesas, entre el río Nela (S) y las montañas pasiegas (N) se eleva un pequeño macizo conocido como la Muela de Dulla. Tan curioso nombre viene motivado por su de original fisonomía, que recuerda a esa pieza dental. Y es que la erosión ha dibujado en su composición caliza una serie de barrancos en su interior, mientras que los límites exteriores occidentales han quedado configurados en expectaculares acantilados que le otorgan una apariencia de inaccesibilidad que no es tal gracias a estratégicos portillos que abren la puerta a su interior.
Pero si hay un lugar por excelencia para adentrarse en el macizo es Quintanilla Valdedobres, pequeño núcleo al sur de la sierra lleno de encanto y leyendas desde el que ascenderemos al Dulla, su cota máxima, por uno de sus principales barrancos, el de La Mata. Además de los barrancos, en el subsuelo existen 40 cavidades y cuevas de diferente tamaño con un importante valor geológico.
HITOS
Cerro de la Muela: 1143 m. (UTM:30T 441697.62 E, 4762032.33 N)
Cómo llegar: En Villarcayo, BI-561 hasta Puentedey y BU-V-5612 hasta Quintanilla Valdedobres.
Cartografía: MTN 109-I (Soncillo) y 109-II (Villarcayo), 1:25.000, del IGN.
Comenzamos la caminata en una pequeña plaza con columpios con un poste de señales del GR-1 y el PR-BU 33. Subimos por la calle cementada que pasa bajo la iglesia y abandona el pueblo. En una curva que lleva a las casas altas del núcleo dejamos el cemento para seguir rectos un camino que enfila hacia el interior del macizo pasando entre restos de casas de lo que en su día fue el pueblo original. Estamos ya en el barranco de La Mata, que remontaremos hasta su cabecera. Cruzamos el arroyo, casi seco en esta época, mientras nos seguimos adentrando en el cañon pegados al cauce seco.
Cuando el camino comienza a ganar altura por la margen derecha del arroyo, un gran hito (0h10’) nos avisa de que hay que cambiar de vertiente para descubrir la anunciada carbonera y seguir un carretil que continúa por el fondo del barranco y vuelve a cruzar el arroyo. En el siguiente badeo (0h20’) se nos plantean dos opciones. Por la derecha siguen los senderos balizados, pero nosotros seguimos por la izquierda adentrándonos en el barranco.
Según avanzamos, la quebrada se encañona y el agua aflora en el arroyo. Un recodo especialmente angosto obliga a ganar altura por la margen derecha, aunque no tarda en bajar de nuevo al río en un tramo en el que cruzamos una puerta en un muro de piedra (0h40’). Un poco más arriba avistamos un gran cortado que parece cerrar el valle, pero solo lo divide. Llegados a su base, seguiremos el camino principal (dch), jalonado por algún hito mientras por fin ganamos altura con ganas. Más arriba, ya al abrigo del farallón (1h05’), divisamos el final del cañón por el que accederemos a la meseta cimera.
Nada más salir al altiplano (1h40’) volvemos a tener dos opciones. La senda que sigue de frente lleva directamente al Dulla. Sin embargo, nosotros vamos a tomar la que se dirige a la derecha. Llanea entre bosque bajo a la búsqueda del borde de los farallones, que recorreremos en un amplio rodeo disfrutando de las vistas, en especial las que ofrece la punta meridional del portillo de La Llosa, hasta alcanzar a la cumbre del Dulla (2h10’).
Tras disfrutar de sus amplias panorámicas, afrontamos el largo descenso a Quintanilla siguiendo la línea de farallones. Pasamos primero por la cota menor de Peña Rayito (2h25’), una pequeña loma sin señalizar al borde del precipicio, y bajamos luego al portillo La Puerta (2h40’), la otra gran ventana que corta el acantilado occidental de la sierra. Aquí recuperamos las balizas del PR, que nos llevan de vuelta a Quintanilla Valdedobres (3h.30’).
Concluida la ruta, no podemos abandonar el pueblo sin conocer el misterioso Pozo del Infierno, una surgencia en lo alto del caserío de centenares de metros de profundidad y repleta de leyendas, y la cascada (estacional) de La Mea, a la que se accede desde la carretera, poco antes de llegar al pueblo, a través de un cómodo sendero de apenas trescientos metros. También es obligada la visita al cercano Puentedey y su famoso túnel natural por el que el río Nela atraviesa el pueblo.