Ha costado pero ha llegado el tiempo de los chubasqueros y el paraguas. El invierno arrecia en otoño y los planes montañeros son uno de los primeros damnificados. Pero no tiene por qué ser así. La belleza de una mañana de brumas y rayos de sol que asoman entre las nubes también tiene adeptos. Solo se trata de elegir los montes adecuados, altitudes modestas con caminos sencillos y no muy embarrados.Dos buenos ejemplos son el Murga y el Upo, cumbres agradecidas de las estribaciones del Gorbeia, que se alzan entre Artea y Zeberio y se pueden enlazar sin problemas en una excursión mañanera.Iniciamos la caminata en la plaza de Artea, donde enfilamos la carretera que lleva a Zeberio, aunque no tardamos en coger (izd.) el desvío que lleva al cercano barrio de Elexabeiti, presidido por su bella ermita de San Miguel, inconfundible por su pórtico de madera. Cruzamos la barriada y la carretera de Orozko para seguir, de frente, hacia Madariaga y Gallao, en la ladera oriental del Murga. Aún por carretera, desechamos el desvío a Madariaga, cruzamos Gallao y llegamos a la casa rural Landetxe (0h.20), donde por fin abandonamos el asfalto.

En el cruce de caminos que hay ante el caserío seguimos el de la derecha, que remonta, tras atravesar un pinar, hasta una zona de tala reciente. Siguiendo la pista, cruzamos una alambrada y remontamos hasta el pinar superior, delimitado por otra valla. La cruzamos también. Es el momento de abandonar esta pista para remontar (izd.) el cipresal, pegados a la alambrada, hasta otro camino que hay cincuenta metros más arriba. Hacia la derecha, este nuevo vial nos deja en el collado Baltzola (0h.45), en la pista que desde el alto de Sararola (carretera Zeberio-Artea) lleva al caserío del mismo nombre. El viejo caserío Baltzola estaba aquí mismo, pero sus ruinas han sido engullidas por las zarzas y apenas queda en pie un muro.Seguimos la amplia pista, que rodea el Murga por el norte hasta cambiar de vertiente. Obviamos un primer desvío a la izquierda y tomamos el segundo, que nos lleva hasta la pista (dch.) que recorre el cordal hasta la misma cumbre (1h.15), a la que la última repoblación ha dejado sin vistas.Un poco más allá de la cima, una senda desciende hacia el sureste. El camino se hace difuso por momentos, así que hay que buscar el terreno más cómodo. Cruzamos dos pistas y alcanzamos una tercera, por la que descenderemos (izq.) , cordal abajo, hasta una amplia pista. Este vial nos lleva (izd.) hasta el caserío Laureta, en la carretera entre Artea y Orozko (2h.00).Bajamos unos metros por el asfalto hasta el desvío que indica Upomakatza. Es un tramo sin problemas. Solo hay que seguir la pista de cemento hasta el collado, presidido por una área recreativa y por donde pasa la pista que sube desde Areatza a Pagomakurre (2h.30). Junto al área de esparcimiento, una pista remonta hacia el Upo por su vertiente sur. Tras un par de revueltas, desechamos un primer desvío frente a un pequeño refugio para tomar el siguiente. Apartir de aquí no hay más que seguir los hitos, que remontan en zigzag hasta el cordal cimero. Una vez arriba, un senderito entre los pinos (izd.) nos lleva hasta la cumbre, también sin vistas por las plantaciones (3h.00).Iniciamos ya el descenso hacia Artea. Seguimos el cordal por una senda que desemboca en un camino. Tienta seguirlo hacia la izquierda, pero hay que ir la derecha, en un tramo más sucio, hasta otro que vial que, este sí, seguimos por la izquierda. Muere en una amplia pista (la que viene de Upomakatza). Continuamos por ella (dch.), aunque la dejamos en el primer desvío (izd.), por el que bajamos hasta las inmediaciones de un par de caseríos. Cogemos el camino que pasa ante ellos y que delante del segundo ( 3h.15) se convierte en una pista de asfalto.Perdemos altura por la carretera durante casi kilómetro y medio hasta una curva a la derecha donde continuamos rectos por un camino forestal que lleva al barrio Larrazabal. Aquí recuperamos de nuevo el asfalto, que no dejamos ya, tras pasar por Esparta, hasta Artea (4h.00).